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LA PROTESTA SOCIAL Y SUS MECANISMOS DE REDUCCIÓN DE CONTINGENCIA

Author:

Gustavo Bravo Rubio1*

1Universidad Autónoma del Estado de México, Toluca de Lerdo, México

*Correspondent author: Gustavo Bravo Rubio – gu.11@outlook.com

 

Received:  26 10 2021. Accepted: 29 11 2021. Published: 29 12 2021

DOI: 10.46473/WCSAJ27240606/20-12-2021-0015//full/html

Category: Research paper

ABSTRACT

Traditionally, in Social Anthropology, social protest has been documented and studied to understand how social problems, especially those linked to social inequality, affect the population and how it responds to such situations. However, something that has been left out in recent studies in this field has been understanding it as an emergent phenomenon, seeking to understand why protests are capable of emerging and reducing their contingency to remain latent and iterable in society, avoiding their definitive extinction. . This study, using the theory of social systems as a theoretical means and ethnography as an empirical study strategy, examines the case of a protest movement of workers in the gig economy, demonstrating how it has been able to maintain itself over time through of the self-reproduction of its components through Culture, understood as a means of communication, as a mechanism for reducing the contingency of social protest. These findings support the study of the cultural variable, understanding it as a means that takes the form of themes and group membership, and that operates as a mechanism that enables the emergence (differentiation with respect to the environment) and self-reproduction of the protest system thus increasing its redundancy and achieving, self-referentially, increase the possibilities of fulfilling moral expectations and self-realization, and heteroreferentially, generating conflict to draw attention to the problems resulting from functional differentiation.

Keywords: Social protest, system, contingency, culture, self-reproduction

RESUMEN

Tradicionalmente, en la Antropología Social, la protesta social ha sido documentada y estudiada para comprender cómo los problemas sociales, especialmente los ligados a la desigualdad social, repercuten en la población y cómo esta responde a tales coyunturas. Sin embargo, algo que ha quedado fuera en los estudios recientes en este campo, ha sido el entenderla como fenómeno emergentista, buscando comprender por qué unas protestas son capaces de emerger y reducir su contingencia para permanecer latentes e iterables en la sociedad evitando su extinción definitiva. Este estudio, valiéndose de la teoría de sistemas sociales como medio teórico y la etnografía como estrategia de estudio empírico, examina el caso de un movimiento de protesta de trabajadores de la gig economy, demostrando cómo este ha sido capaz de mantenerse en el tiempo por medio de la autorreproducción de sus componentes a través de la Cultura, entendida esta como medio de comunicación, como mecanismo de reducción de contingencia de la protesta social. Estos hallazgos abonan al estudio de la variable cultural, comprendiéndola como un medio que toma la forma de temas y pertenencia de grupo, y que opera como un mecanismo que posibilita la emergencia (diferenciación con respecto al entorno) y autorreproducción del sistema de protesta aumentando así su redundancia y logrando, autorreferencialmente, incrementar las posibilidades de cumplimiento de expectativas de tipo moral y autorrealización, y heterorreferencialmente, generar conflicto para llamar la atención de los problemas resultantes de la diferenciación funcional.

Palabras clave: Protesta social, sistema, contingencia, cultura, autorreproducción.

 

1. Introducción

Uno de los fenómenos socioculturales que ha tenido presencia a lo largo de nuestra historia reciente es la protesta social, la cual ha sido encarnada por diversas movilizaciones sociales que han buscado construir, siguiendo sus horizontes políticos, una sociedad más equitativa y justa. Este fenómeno, para América Latina, ha sido documentado y estudiado para comprender cómo los problemas sociales repercuten en la población y cómo esta responde a tales coyunturas. Se ha buscado comprender cómo, a partir de voluntades colectivas, se ha perseguido mejorar las situaciones de grupos como el campesinado, los estudiantes, los trabajadores o las mujeres. En el caso concreto de la antropología social, que es en donde se ubica la investigación aquí presente, el tema de los movimientos sociales ha sido de vital interés para comprender cómo han impactado en nuestros contextos latinoamericanos fenómenos tales como la industrialización, la alta tasa de urbanización y de educación, la tecnificación de la agricultura, así como la adopción generalizada de los valores y principios de la modernidad, lo que incluye una fuerte actitud individualizada (Escobar, 1999). Concretamente, a la antropología social le ha interesado cómo el desarrollo de la modernidad ha influido en la cultura, que es el objeto de estudio propio de la antropología. 

En este sentido, autores como Arturo Escobar han problematizado el hecho de que “el desarrollo” se ha manifestado a partir de la eliminación de la diferencia cultural, lo que genera disputas y resistencias colectivas que se oponen, en tanto diferencias, a ser eliminadas. Derivado de esto, el surgimiento de resistencias sociales, específicamente de los años 70 en adelante, se han nutrido de corrientes como el posestructuralismo para enfrentarse a su eliminación por parte de la hegemonía cultural que ha representado el proyecto del desarrollo. 

La antropología entonces ha tenido un rol activo y comprensivo desde una antropología para el desarrollo y una antropología del desarrollo; la primera, buscaría integrar a los sectores marginados a la toma de decisiones de políticas para el desarrollo, pues estas diferencias culturales “debían participar activamente en los programas, si se pretendía alcanzar algún resultado positivo” (Escobar, 1999, p. 47); en cambio, una antropología del desarrollo buscaría no tanto integrar a las periferias culturales al desarrollo, sino más bien desarmar el discurso del desarrollo para abrir horizontes de vida alternos, siendo las  resistencias culturales que emanarían de una población políticamente activa, las rupturas que darían emergencia a las nuevas narrativas de un horizonte postdesarrollista. 

Sin embargo, ¿cuál ha sido el giro antropológico que ha tenido la protesta social como tema de estudio en la última década?, ¿cómo pueden investigarse los movimientos sociales insertos en un contexto posindustrial, cuyas condiciones, además de dificultar el trabajo de campo tradicional, hacen más difíciles las relaciones sociales necesarias para una organización colectiva? El presente artículo presenta los resultados de una investigación que aborda estas interrogantes, abonando a la discusión en torno a la protesta social. Se buscó responder cómo es posible la emergencia y reproducción de la protesta social en condiciones que, aparentemente, niegan su posibilidad de emergencia y reiteración, esto, tomando un estudio de caso de un colectivo de protesta de la Ciudad de México (México) denominado “Ni un repartidor menos” y que se enfoca en la defensa de los derechos laborales de los repartidores de aplicaciones como UberEats y Rappi, así como en las exigencias políticas de mayor seguridad vial para su gremio. Para ello, se adoptó la perspectiva sistémico-constructivista propia de la teoría de sistemas del sociólogo Niklas Luhmann, fundamentándola empíricamente mediante una investigación de corte cualitativo bajo el método etnográfico. 

La adopción de este enfoqué teórico-metodológico toma lugar en nuestra investigación para dar respuestas mucho más generales de las que investigaciones antropológicas han brindado en años recientes, abonando a la discusión de la protesta social, esto, es abordado en el apartado La protesta social: de un interés antropológico a su comprensión como sistema. En cuanto a los resultados empíricos obtenidos por medio del trabajo de campo, estos son expuestos en la sección titulada Etnografía (observación de segundo orden). El texto también da muestra del potencial explicativo de la variable cultural desde el enfoque sistémico ya mencionado, lo que se expone en el apartado Cultura y contingencia. Este recorrido por las investigaciones antropológicas, así como los horizontes de aplicación de la teoría de sistemas en antropología social, muestran cómo el estudio de la cultura, se vuelve vital para la comprensión de fenómenos derivados de las actuales condiciones posindustriales.

2. La protesta social: de un interés antropológico a su comprensión como sistema

Los movimientos sociales, como tema de estudio de la antropología social, surge en los años 90, ya que a lo largo de la década de 1980 el acento estuvo en el análisis de lo que se denominaba “prácticas de resistencia”, y no fue hasta la década de 1990 que los movimientos sociales toman lugar en las temáticas de la ciencia antropológica (Manzano, 2006). Siendo la categoría de identidad la que se destaca en la comprensión de los movimientos sociales como parte del comportamiento social, y donde la búsqueda de la distinción y la diferenciación de tales movimientos se vuelve el interés temático de la antropología.

Por lo anterior, se transitó de explicaciones como las de James C. Scott que consideraban las disputas, los rumores y los sabotajes internos en las prácticas de resistencia como ralentizaciones del cambio político, es decir, como una infrapolítica. La cual, por medio del trabajo etnográfico, deja ver que lo que describe Scott en realidad es parte de la vida cotidiana de los colectivos organizados. Así, y socavando categorías de “un sujeto resistente unitario” que termina por soslayar las diferencias y contradicciones de intereses dentro de los grupos (Manzano, 2006), los trabajos de la antropología comprenden que lo que se interpreta como códigos del sistema dominante para retrasar el cambio social, es en realidad la inherente controversia que se vive en la cotidianidad de cualquier grupo, de ahí que, trabajos como los de John Burdick (1998) recuperen “la temática del liderazgo para comprender la complejidad de los modos de participación en los movimientos sociales” (Manzano 2006, p. 79). 

Así, ante los señalamientos de una ausencia de estudios que reflexionaran sistemáticamente sobre “la articulación de determinadas prácticas de resistencia en formas organizadas de acción colectiva” (Manzano, 2006, p. 78), el aumento de estudios etnográficos centrados en la cotidianidad de los movimientos sociales tomó fuerza, lo que ayudó, en palabras del antropólogo John Gledhill, a “que las desmesuradas expectativas acerca del papel transformador de dichos movimientos en la política moderna [den] paso a unas valoraciones más sobrias y realistas”, esto significa que el aporte etnográfico dio cuenta de las ambigüedades y las contradicciones existentes dentro de los colectivos de protesta (Manzano, 2006), observándolos de esta forma ya no solo como grupos que resisten a una hegemonía cultural, sino como organizaciones, con las creaciones y disputas de sentido.

Entrados al nuevo milenio, investigaciones como las de Virginia Manzano (2006), representan la transición descrita en los párrafos anteriores, y dan cuenta del proceso de formación de dirigentes, mostrando cómo el propósito de tal formación es la de “seleccionar y promocionar a un grupo de hombres y mujeres cuya misión no será otra que cohesionar el marco de significados” (Manzano, 2006, p. 78), mostrando además cómo se configuran internamente las jerarquías, las técnicas disciplinarias y simbólicas en un movimiento social. 

Esta diversificación del estudio de los movimientos sociales en la antropología se aprecia con el trabajo de Clara Pérez, Alejandrina Pereyra y María Rosa Torres (2008), mostrando los modos de resistencia y las relaciones de conflicto con proyectos de explotación minera, así como elementos de identidad que se perturban y trastocan con estos choques culturales, pues “los nuevos movimientos sociales representan también la ‘búsqueda de una identidad colectiva’” (Pérez et al., 2008, p. 25). De tal forma, podemos considerar que los movimientos sociales han sido investigados, desde la antropología, en su dimensión de resistencia, conflicto e identidad. 

Para el caso de México, un trabajo que da muestra de lo anterior, es la recopilación que hace Adame Cerón (2013), en donde analiza este fenómeno desde los elementos del conflicto, resistencia e identidad y nos presenta una tipología que abarca desde la protesta social hasta la categoría de movimientos antisistémicos, inaugurada por Immanuel Wallerstein. En este trabajo se explora cómo los movimientos sociales en la era neoliberal han transitado de una postura y táctica de clase, a una que se enfrenta a un contexto posindustrial. Para el autor, los movimientos sociales se darían a partir de un proceso integral que va del conflicto, pasando a la lucha, a la movilización y organización, lo que implica a lo político-socio-cultural como núcleo, enfatizando así su carácter popular (Adame, 2013), subalterno y emancipador. El texto concluye con una necesidad de unidad en los distintos movimientos sociales, específicamente los populares, pues solo a partir de alianzas firmes es que se pueden eliminar atomizaciones que terminan por retrasar o incluso perjudicar el cambio social. Así, a la idea de resistencia, conflicto e identidad, puede sumársele el interés por comprender el elemento de organización interna y la expansión de tal organización para conformar frentes amplios. El interés por los movimientos sociales en antropología puede sintetizarse de esta forma:

Esquema 1. Los movimientos sociales como interés de estudio en antropología social. Fuente: elaboración propia.

En la década reciente, los diversos trabajos de movimientos sociales en antropología, especialmente los ubicados en América Latina, pueden clasificarse siguiendo el espectro definido en el esquema 1, y tales trabajos han logrado retratar de manera contextual sus tensiones internas y programas políticos, (organización), sus intenciones de reconocimiento (identidad), así como sus choques y movilizaciones contenciosas contra lo que consideran una hegemonía que busca socavarlos política, económica y culturalmente (resistencia y conflicto).  

A continuación, tomando como base la clasificación ya mencionada, se presenta una síntesis de trabajos en antropología de la década que comprende de 2010 a 2020 y que han centrado su interés en los movimientos sociales. Trabajos que han partido de estudios empíricos concretos, por lo que nos acotamos a las investigaciones de corte empírico en el campo de la antropología social, específicamente la que se produce en Latinoamérica. Empero, son de destacar las producciones españolas desde una antropología experimental y centradas en el proceso del 15M y sus asambleas populares (Jiménez, et al 2013; López 2013a, Mansilla 2015, Razquin 2015; Esteban 2015; Cardona 2019; Méndez 2019; Álvarez & Sebastiani 2020); así como los trabajos conceptuales que también abonan a la discusión del tema (López 2013b; Lozano 2014; Gaviria 2016; Talego & Ramírez 2017; Riaño 2018; y Manzano 2019.

Tabla 1. Investigaciones empíricas en antropología sobre movimientos sociales en Latinoamérica (2010-2020)

De estos trabajos expuestos en la tabla 1 se resalta que, aunque capaces de captar la complejidad de los fenómenos, su comprensión antropológica no supera el mero dato empírico, por lo que no logran reducir (externamente) la complejidad, aumentándola (internamente) con un marco teórico ad hoc. Por ende, algo que ha quedado fuera de las investigaciones antropológicas recientes ha sido el empleo de una teoría que permita entender a los movimientos sociales, su automantenimiento y reproducción, paro solamente describir sus conflictos, su organización y sus resistencias. Si bien el rubro de identidad es el que mayor exploración teórica ha tenido, esto, desde la “tradición interaccionista”, poniendo principal interés en el “comportamiento colectivo” que subyace en la construcción de las identidades (López 2013b), esto es algo que ha ocurrido con mayor frecuencia en las investigaciones europeas, dejando un vació, al menos en los años recientes, para el contexto latinoamericano. 

Sumado a esto, las visiones normativas que existen alrededor de esta temática dificultan comprender los éxitos, fracasos y continuidades de los diversos movimientos sociales. Por lo tanto, el trabajo aquí presentado entiende el fenómeno de los movimientos sociales desde una posición no antropocéntrica y bajo un programa teórico no accionalista, esto, porque como considera el sociólogo Marco Estrada:

Los actores colectivos no son, para [las] teorías [accionalistas], sino una representación amplificada de las características de los actores individuales. Se les imputa una identidad, una conciencia, una voluntad, un conjunto de intereses, intenciones y creencias como supuestamente lo tienen las personas de carne y hueso. Además, se les atribuye una racionalidad que gobierna y explica todas sus acciones, la cual está aderezada con un proyecto normativo emancipador. Todo esto (…) simplifica brutalmente la complejidad de los movimientos sociales. (en Hurtado-Arroba 2018, p. 173-174)

Bajo esta línea, es que optamos por comprender a los movimientos sociales como un fenómeno emergentista, es decir, como un proceso que surge y es capaz de formar algo que supera la propia suma de sus partes, de ahí que optamos por la categoría “protesta social” y no la de movimiento social como tal. Con este giro se buscó entender cómo es que emerge, se mantiene y se reproduce la protesta social, siendo capaz de tener una continuidad tal que se vuelve capaz de superar la manifestación esporádica para verse a sí misma como un movimiento que supera sus propios componentes (indignados, conflictos, intereses, etcétera). La indagación aquí desarrollada parte entonces de la duda general de ¿cómo la protesta social puede emerger y mantenerse en el tiempo?, es decir, cómo evita su extinción definitiva. Explícitamente, se buscó comprender cómo el colectivo Ni Un Repartidor Menos (NRM) organización de trabajadores de la gig economy que laboran para plataformas como UberEats o Rappi es capaz de superar las dificultades propias de una sociedad compleja que opera bajo un alto grado de incertidumbre y contingencia. La duda toma fuerza cuando en el momento histórico actual los vínculos sociales se vuelven cada vez más laxos, y en un contexto de hiperindividualización, deslocalización y globalización (posindustrialización), surge el colectivo NRM que busca reivindicar sus derechos e impulsar una agenda colectiva. Consecuentemente, la pregunta central de investigación que dirigió la investigación reportada en este escrito es: ¿qué mecanismos posibilitan la emergencia y reproducción de la protesta social en las condiciones posindustriales de la sociedad moderna?, ello, tomando como unidad de análisis a NRM, quien nos llevó a comprender cómo este es capaz de permanecer en la agenda pública nacional, y que puede, además, influir en las decisiones políticas que, de ante mano, lo excluyen.

Para poder responder a la pregunta de investigación, nos alejamos de los modelos clásicos vistos en los párrafos anteriores, optando por la Teoría General de Sistemas Sociales (TGSS), que distingue la protesta social como un sistema de protesta; buscando así determinar los mecanismos que habilitan la emergencia y reproducción de un sistema de protesta en las condiciones posindustriales actuales. Este modelo piensa a la sociedad, por un lado, como una sociedad diferenciada funcionalmente, y por otro, como un sistema de comunicación que se compone de diversos subsistemas que se producen a sí mismo mediante sus comunicaciones (como el político, el económico, el educativo, etcétera). Estos mismos subsistemas de la sociedad, los sistemas sociales, se componen a su vez de otros subsistemas como son las organizaciones sociales, y estos, en el mismo sentido, de sistemas de interacción. Interacción, organización y societales son los distintos tipos de sistemas que principalmente identifica la TGSS. Sin embargo, a lo largo de esta tradición teórica, otros sistemas como los grupos y los sistemas de protesta, han emergido como respuesta ante la propia complejidad de la sociedad. Así, ante problemas que las organizaciones formales se ven limitadas para resolver, estos sistemas se posicionan como condiciones de posibilidad para hacer frente a los advenimientos que se presentan en la diferenciación funcional de la sociedad. Podemos considerar entonces a los sistemas de la sociedad de la siguiente manera: i) Sistemas de interacción, ii) Sistemas grupales o grupos sociales, iii) Sistemas de protesta, iv) Sistemas de organización u organizacionales, y v) Sistemas sociales o societales.

En términos concretos, los primeros sistemas pueden entenderse como una interacción simultanea entre dos personas que, bajo temas en común, logran una conectividad mutua, aunque la duración de estos sistemas suele ser breve (Torres en Luhmann, 2006). Los sistemas grupales, por su parte, son aquellos de los que, bajo temáticas e intereses en común, logra emerger una continuidad comunicativa que supera la de la interacción; en este tipo de sistemas existen pautas de pertenencia, y el “sentimiento de un nosotros” aparece como una posibilidad de emerger como grupo en reiteradas ocasiones (Cadenas, 2014). En su caso, los sistemas de protesta contienen una estructura similar que la de los grupos, pero con una clara distinción en sus formas comunicativas, pues lo que emerge de este tipo de sistemas son comunicaciones de tipo protesta (volveremos a esto más adelante). Los sistemas organizacionales, por su parte, existen como organizaciones formales de la sociedad en donde, a diferencia de los sistemas de interacción, la co-presencia no es algo necesaria para que continúen existiendo, es por ello que en las organizaciones hay jerarquías y membresías de participación. Por su parte, los sistemas societales como la educación o la política, son sistemas funcionalmente diferenciados, cada uno de estos cumple una función para la sociedad y todas sus funciones son necesarias, ya que para este modelo no existe la centralidad de ningún sistema; estos sistemas además cuentan con códigos, programas y medios de comunicación simbólicamente generalizados que les permiten cumplir su función y así poder seguir reproduciendo sus comunicaciones (Torres en Luhmann, 2006). Dadas las intenciones de este artículo, todo esto no será abordado específicamente (ya que la basta literatura luhmanniana cuenta con explicaciones sobre estos puntos), pero, es importante dejar claro que la sociedad funcionalmente diferenciada cuenta con sistemas societales como la política que cumple la función de tomar decisiones colectivamente vinculantes (v.g. la aprobación de una ley que vincula a toda una ciudadanía) y esto lo logra por medio de sistemas organizacionales (v.g. partidos políticos), que a su vez requieren de sistemas interactivos para llevar a cabo sus operaciones. Esta especialización funcional no implica que entre los sistemas no pueda existir intersecciones, o si se prefiere, acoplamientos estructurales, sin que esto siempre se da bajo los códigos y programas de cada sistema; de ahí que muchas de las demandas de los sistemas de protesta no cumplan las expectativas de estos. No obstante, esta especialización de funciones es la que ha permitido a la sociedad reducir su propia complejidad.

Esta reducción es fundamental para la emergencia de cualquier sistema, ya que, sin esto, sin distinguirse del entorno, el sistema no puede emerger. La emergencia de los sistemas por medio de sus distinciones es, por tanto, una reducción sistémica que permite a la sociedad operar tal y como lo hace en la actualidad, es una adquisición evolutiva sin la cual nos veríamos sumidos en un mar infinito de complejidad (Joas y Knöbl, 2016). Tal focalización es la que vemos en los sistemas especializados de la sociedad que permiten enfocarse en la política o en la economía; esto, sin embargo, genera exclusiones que pueden derivar a problemas sociales. Así, organizaciones políticas como la SEMOVI (Secretaría de Movilidad, México) se centran en la política, es decir, en la toma de decisiones que nos vinculan colectivamente, como puede ser la creación de un reglamento, pero excluyen temas como una educación cívica, algo fundamental para que el reglamento se cumpla de mejor manera; tal exclusión justamente genera problemas que, los sistemas de protesta como es NRM pueden señalar y demandar.

Esta especialización es algo que también ocurre en un sistema de protesta. Para el caso de NRM, cuando este se manifiesta por la inseguridad vial que viven los repartidores o por mejores condiciones laborales para estos, se genera la selección de un tema (seguridad para los repartidores) adquiriendo sentido porque representa una selección dentro de un horizonte de varias posibilidades para comunicar. El sistema pudo seleccionar otro tema y manifestarse por el cambio climático, pero cuando articula precisamente el tema de la seguridad (tanto laboral como vial), el sentido de su actuar lo constituye marcando una diferencia con respecto a otros temas. Gráficamente, NRM emerge de la siguiente forma:

Esquema 2. Distinción Sistema Entorno. Fuente: elaboración propia

Un sistema de protesta, al elegir un tema para diferenciarse de su entorno, emerge como sistema y construye su realidad a partir de la oposición contra algo. Su clausura operacional que posibilita su autorreproducción se asienta en comunicaciones de protesta, es decir, que resisten a las comunicaciones de otros sistemas. Para un sistema de protesta, es más importante la reacción que las razones de la oposición, por lo que la protesta ocupa el lugar del código de los sistemas funcionales; mientras que, los temas convocantes juegan el rol de los programas. Su diferencia con respecto a sistemas como los interaccionales, reside en que para existir requiere de muchas participaciones; además, su organización se da por medio de motivos y no decisiones. Estos motivos son los que brindan, a quienes se manifiestan, una posibilidad de expresar sus necesidades de autorrealización y la búsqueda de sentido. Una de sus cualidades es que, precisamente al emplear la reacción, logran captar la atención de los medios de masas, generando un acoplamiento estructural que amplía su protesta. Esto es relevante, ya que, las comunicaciones de protesta tienen más posibilidad de generar “irritación” en los sistemas funcionales y organizacionales que buscan acuerdos con ellos para que la sociedad siga siendo viable (Dallera, 2012). Se puede decir entonces, que un sistema de protesta busca incidir en los sistemas sociales para que estos, por ejemplo, sean más incluyentes. A sí mismo, la protesta representa a nivel de las organizaciones una intención de cambio de decisiones que, a la percepción de quienes protestan, son injustas. Cabe señalar que, para Luhmann, los nuevos movimientos de protesta se articulan bajo una preocupación fundamentada ya no en términos de igualdad o solidaridad, sino en la expectativa de una vida libre de riesgos, por lo que su formación tiene que ver con el miedo. Este se vuelve el contenido y la distinción de su lógica interna, de sus comunicaciones: miedo al cambio climático, al terrorismo, al desempleo, etcétera (Estrada, 2015), siendo estos temores la realidad de estos sistemas.

NRM es un sistema de protesta porque: 1) se diferencia del entorno a partir de la selección de un tema, que para su caso es la seguridad de los repartidores (laboral y vial); 2) se autorreproduce por medio de las comunicaciones orientadas a la protesta, es decir, al conflicto con organizaciones políticas y económicas, (v.g.  UberEats y SEMOVI); 3) observa al mundo bajo una semántica del miedo, es decir, bajo los peligros que viven día a día al salir a trabajar; 4) existen motivaciones políticas y emocionales que hacen que los repartidores exijan que no haya más repartidores atropellados, ni tampoco incertidumbre laboral. Tales motivos, al ser convocantes, ganan en resonancia comunicativa entre los sistemas psíquicos que se acoplan a la protesta, aumentando las probabilidades de ser tomados en cuenta por los otros sistemas de la sociedad, esto, porque movilizaciones con un número significativo de convocados es más probable que sean tomadas en cuenta por los medios de masas, además de presentarse con mayor legitimidad; 5) emergen eventos comunicativos como las movilizaciones contenciosas dirigidas a las instalaciones de las empresas de repartición y a las instalaciones de la SEMOVI; y 6) generan alianzas (acoplamientos estructurales) con colectivos de ciclistas y motociclistas que comparten la demanda de seguridad vial.  

Tabla 2. Sistema de protesta (NRM)

Sistema de protesta

Tema

Oposición

(demandas)

Semántica

Motivaciones

Comunicación

Alianzas

NRM

Seguridad (repartidores)

Antagonismo/crítica a organizaciones del sistema económico 

“mi patrón es una app”

Seguridad laboral

Manifestaciones a las oficinas de empresas de repartición

 

Antagonismo/crítica a organizaciones del sistema político

(SEMOVI)

“en tu pedido va mi vida”

Seguridad vial

Manifestaciones a las oficinas de SEMOVI.

Colectivos de ciclistas y motociclistas de la CDXM

Fuente: elaboración propia

3. Etnografía (observación de segundo orden)

Para lograr observar como observa el sistema de protesta (observación de segundo orden), es decir, para identificar los temas, demandas, semántica, orientación comunicativa, motivaciones y alianzas de NRM, se empleó una metodología de corte cualitativo, concretamente el método etnográfico, empleando técnicas como la observación directa, y participante, las entrevistas no dirigidas, así como diagramas visuales para sistematizar y hacer observable lo recabado durante el trabajo de campo. 

Además de esto, se tomó como guía operativa el Programa Sociopoiético de Investigación (PSI), inaugurado por Marcelo Arnold-Cathalifaud. Tal programa es una forma de ordenación y reensamblado de los datos, para así observar fenómenos sociales complejos. En el PSI, las investigaciones apuntan a describir y explicar cómo se construyen comunicativamente los resultados de operaciones de observación (Arnold, 2006), siendo una de sus pautas metodológicas centrales, las redes de distinción. Esta apuesta metodológica considera que el acceder a estas redes permite entender la lógica interna de un sistema, pues estas “configuran las realidades socialmente experimentadas y vivenciadas” (Arnold, 2006, p. 223). Para observar las redes de distinción es necesario tener en cuenta que el sistema que se pretende investigar no es consciente de su marco de distinción, es decir, “las operaciones del ‘mundo real’ ignoran las distinciones con las que se les describe, simplemente son como son” (Arnold, 2006, p. 223). O dicho de otra forma, no observan cómo observan y, por tanto, para acceder a estas redes, se hace necesario trasladarse de la noción de verdad a la noción de viabilidad; es decir, ir de la idea de certeza trascendental, a “aquello que posibilita la continuidad autopoiética de sistemas que basan sus operaciones en el observar” (Arnold, 2006, p. 223). Así, la viabilidad implicaría que una red de distinción, representaría una forma que posibilita la continuidad de un sistema. Conocer las redes de distinción de un sistema de protesta es entender cómo ven al mundo a partir de sus demandas y los diversos mecanismos empleados para que estas se cumplan.

Para acceder a estas redes, la investigación se valió de juegos dialógicos como son las controversias, las conversaciones y las entrevistas colectivas, pues los sistemas que observa nuestro modelo son organizacionalmente cerrados e informacionalmente abiertos, de modo que, operativamente, se conjugó la regulación mediante preguntas y la desregulación por medio de conversaciones (Ibáñez 1988). Cabe destacar que NRM, al ser un colectivo en nuestra época posindustrial, su uso de redes sociales virtuales para amplificar sus demandas es de vital importancia, por lo que el trabajo etnográfico aquí elaborado puede considerarse multisituado, donde una “etnografía móvil toma trayectorias inesperadas al seguir formaciones culturales a través y dentro de múltiples sitios de actividad” (Marcus, 2001, p. 111), o bien como una etnografía mixta, en el sentido de complementar rasgos de la etnografía clásica con la etnografía digital, tomando como base principal lo expuesto en Pink et al (2016), específicamente:

• El estudio de las prácticas: estudio de los ritmos digitales

• El estudio de los mundos sociales: mundos sociales en lo digital

Por lo anterior, esta investigación se realizó en la Ciudad de México (México), así como en redes sociales virtuales como son Facebook y Twitter (las que mayor uso da NRM) durante el periodo de febrero de 2019 a febrero de 2021. A lo largo de este periodo se identificaron las demandas de NRM por medio de entrevistas colectivas a los militantes, conversaciones con los simpatizantes, participación en actividades convocadas por el colectivo (in situ), así como el rastreo de controversias de los seguidores, entusiastas y opositores del movimiento a través de redes sociales (netnografía). Con ello se identificaron las demandas del colectivo, sus contradicciones, así como los medios-fines que emplean para que estas se cumplan.  A sí mismo se realizó una bitácora de publicaciones de las fuentes digitales para describir las demandas y los ejes temáticos (ver tabla 3) y, por último, se documentaron las movilizaciones contenciosas, identificando con ello las razones políticas y emocionales por parte de militantes y simpatizantes del colectivo para ser parte este. Además, el incorporar a la investigación un registro periódico de las actividades en redes sociales, permite entender, desde la óptica de NRM, la resonancia de sus comunicaciones de protesta en instituciones y medios de masas que recuperaron sus demandas. Las fuentes principales de información fueron de esta manera:

Personas (entrevistas y conversaciones):

• Julián, joven repartidor (23 años) cuya posición sobre las actividades de NRM son negativas (no-perteneciente, ver esquema 10).

• Bernardo, joven repartidor y conductor (26 años) cuya posición es de apoyo a las actividades de NRM (entusiasta, ver esquema 10).

• S. Gómez, referente de opinión, participa activamente en las actividades de NRM (militante, ver esquema 10).

• V. Ramírez, referente de opinión, participa activamente en las actividades de NRM (militante, ver esquema 10).

• Luis, simpatizante del colectivo, participación regular en las manifestaciones del colectivo, (simpatizante, ver esquema 10).

Eventos (entrevistas colectivas, descripción y observación participante):

• Protesta simbólica: mayo, 2019

• Protesta simbólica: agosto, 2020

• Protesta simbólica: noviembre, 2020

• Protesta simbólica: febrero, 2021

Medios digitales (observación y descripción):

• Página de Facebook de NRM

• Cuenta de Twitter de NRM

A continuación, se presentan tres fragmentos de las distintas fuentes aquí señaladas, donde se aprecian sus demandas principales, a saber: D 1 – demanda 1, mayor seguridad vial para los repartidores y D 2 – demanda 2, mejora en las condiciones laborales para repartidores:

En la página de Facebook del colectivo se aprecia lo siguiente:

[Descripción de NRM] Colectivo de repartidores de todas las aplicaciones unidos ante las muertes de compañeros [D1] y las injusticias de las aplicaciones [D2]. En busca de mejores condiciones de trabajo y sociales para la comunidad de los que somos Repartidores. (Registro de prácticas digitales, 18/JUN/19: trabajo de campo)

Lo anterior se puede corroborar con la siguiente entrevista a S. Gómez, uno de los referentes del colectivo NRM que ha aparecido en diferentes medios de masas:

[D1] Nos hemos reunido con SEMOVI (Secretaría de Movilidad), hemos participado hasta en el taller del PISVI (Programa Integral de Seguridad Vial) para diseñar mejores perspectivas de vialidad. Lo cierto es que hay cierta indolencia por parte de las mismas autoridades (…), yo pienso que hay una desinformación muy terrible desde los agentes de tránsito o desde los mismos oficiales que en vez de ayudar y ver la integridad primero de la persona afectada están viendo pues cuánto pueden sacar.

[D2] Lo importante sería humanizar a las aplicaciones, buscar este contexto de cómo poder humanizar, o sea, saber que sin el esfuerzo humano las aplicaciones no existen, eso sería lo principal; otra cosa es que también la sociedad debe voltear a vernos, que también respalden a los trabajadores de aplicación. (Registro de prácticas digitales, 09/MAR/20; transcripción de Punto Cero 52MX 2019, cursivas nuestras)

Sobre las demandas, uno de los informantes clave agrega que: 

[D1] Tratamos de mantenernos comunicados y cuidarnos entre nosotros, yo como conductor de Uber uso una radio con mis compañeros, de hecho, Uber nos la quería quitar porque algunos pasajeros se quejaban, pero pues no nos dejamos; y como repartidor, desde la página de ni un repartidor menos, ahí hay [D1] reportes prácticamente diarios sobre accidentes y robos, [D2] están apoyando con el tema de las aplicaciones para que empiecen a reconocer al menos nuestro trabajo, porque ya ni eso. (Bernardo, 26 años 22/SEP/2020: CDMX)

Finalmente, y gracias a la descripción de los ritmos digitales del colectivo, los ejes temáticos (E) de NRM, así como los medios-fines (MF) derivados de tales ejes, se presentan en la tabla siguiente:Tabla 3. Ejes temáticos y medios-fines de NRM

No.

EJE TEMÁTICO

MEDIOS-FINES

Descripción

E1

Informes sobre accidentes de tránsito

MF1: reporte semanal sobre accidentes o altercados.

Dar a conocer accidentes que los miembros del colectivo ven durante sus trayectos, esto, con el fin de a) informar sobre congestionamientos viales o algún riesgo potencial (cuidado mutuo), b) visualizar los peligros de ser repartidor.

 

E2

Solicitudes de ayuda 

MF2: redes de apoyo autogestivas

Solicitar ayuda a otros compañeros en caso de que un repartidor sufra un altercado.

E3

Denuncias de robo a vehículos

Publicar fotografías de vehículos robados para que si algún repartidor ve el vehículo brinde información para ayudar a localizar el objeto hurtado.

E4

Alertar de peligros

Dar aviso de asaltos o de personas consideradas sospechosas en ciertas zonas para que se evite pasar por ese lugar.

E5

Informes sobre accidentados

Publicar informes que den cuenta de la situación de salud de repartidores accidentados y en caso de fallecimiento hacer una publicación que lamente el deceso.

E6

Campañas de ayuda

Campañas de ayuda que tengan como fin invitar a que participen los repartidores interesados, así como diversos colectivos que quieran solidarizarse.

E7

Reclamos a las empresas y clientes

MF3: críticas públicas al gobierno y empresas.

Presionar a empresas y gobierno mediante comunicados públicos y marchas o manifestaciones en las calles que den a conocer situaciones consideradas injustas hacia los repartidores.

E8

Columnas, imágenes y vídeos informativos 

Compartir columnas periodísticas, imágenes y vídeos que retraten el tema de los repartidores y su situación de vulnerabilidad.

E9

Convocatorias y transmisiones de protestas

MF4: pronunciamientos públicos. 

Publicación de convocatorias para llamar a movilizarse en las calles y captar la atención de los medios de masas y las empresas (aplicaciones).

E10

Publicaciones de solidaridad

MF5: visualización de problemáticas en común.

Fomentar el sentido de pertenencia en la faceta de repartidor por medio de problemas que son comúnmente compartidos, v.g. la inseguridad laboral y la falta de infraestructura vial. 

E11

Reconocimiento al trabajador

Reconocimiento a la labor de cada uno de los repartidores y exaltar el esfuerzo colectivo

E12

Educación vial

MF3

Fomentar la educación vial para quienes se dedican a repartir.

E13

Concientización de peligros

Enmarcar los peligros que enfrentan los repartidores.

E14

Críticas al gobierno

Exponer las inconformidades con el accionar del gobierno.

E15

Comunicados y pliegos petitorios

MF4

Generar contenido a partir de comunicados para solidarizarse, deslindarse o posicionarse sobre temas relevantes.

Fuente: elaboración propia.

Como se observa en la tabla 3, cada eje temático corresponde a un medio-fin particular, en donde, por ejemplo, los informes de accidentes (E1), corresponde al medio-fin: reporte semanal (MF1), estos a su vez coinciden con las demandas de NRM (D1 y D2), siendo que: E1 + MF1 = D1; así como: E2 + MF2 = D1; o E11 + MF5 = D2.

Con base en los datos anteriores, se puede concluir que las redes de distinción de NRM son precisamente aquellas que contienen las demandas D1 y D2, y que buscarían alcanzarse a través de los diversos medios-fines (MF) ya reportados, los cuales a su vez se estructuran a partir de los 15 ejes temáticos vistos en la tabla 3, de forma gráfica esto se representa de la siguiente forma:

Esquema 3. Red de Distinción RD1. Fuente: elaboración propia.

Esquema 4. Red de distinción RD2. Fuente: elaboración propia.

De esta forma, se puede concluir que la forma en que observa el mundo el colectivo es a través de RD1 y RD2, lo que implica que NRM, en tanto sistema de protesta, distingue al entorno en términos de peligros, a partir de sus miedos, siendo el principal el miedo a morir por causas relacionadas a su vulnerabilidad laboral. Por ende, la forma en que el sistema afronta estos temores es por medio de una comunicación colectiva: la protesta social.

4. Cultura y reducción de contingencia

Una de las cualidades de NRM es que surge en un contexto posindustrial, es decir, donde contratos temporales y flexibles preponderan, y donde la industria de servicios es mayor a los sectores primarios y secundarios de la economía, trayendo como consecuencia la deslocalización del trabajo. Esto hace que, por ejemplo, las alianzas como los sindicatos, propias de los tiempos industriales o fordistas, sean cada vez menos habituales, razón por la que NRM no se considera y no busca ser un sindicato, aún cuando impulsan una agenda colectiva, pues a pesar de no compartir un espacio físico de trabajo, son capaces de movilizarse colectivamente y contar con una participación significativa por parte de los miembros del gremio de repartidores, pero ¿cómo logran anteponerse a tales condiciones? A manera de hipótesis, a la pregunta: ¿qué mecanismos posibilitan la emergencia y reproducción de la protesta social en las condiciones posindustriales de la sociedad moderna? la investigación consideró que la cultura, como un medio que toma la forma de temas y pertenencia de grupo, opera como un mecanismo de reducción de contingencia que posibilita la emergencia y autorreproducción del sistema de protesta, lo que aumenta su redundancia y logra –autorreferencialmente– incrementar las posibilidades de cumplimiento de expectativas de tipo moral y autorrealización, y –heterorreferencialmente– generar conflicto para llamar la atención de los problemas resultantes de la diferenciación funcional de la sociedad. 

Así, se consideró a la cultura como un medio capaz de mantener una latencia comunicativa, es decir, reiterabilidad en la comunicación. La cultura, como medio de comunicación que es capaz de tomar diversas formas (medio/forma) antecede a los temas, a las decisiones y a los medios de comunicación simbólicamente generalizados, tiene la cualidad de formar semánticas compartidas para aumentar las posibilidades de aceptar una comunicación. La cultura es así, “un medio que hace posibles acoplamientos firmes en el sentido de la comunicación” (Cadenas, 2014, p. 260); más concretamente, es aquella que tendría la función de mantener “temas” disponibles para la comunicación (Cadenas, 2014). Sucintamente, la cultura es un medio que toma formas que posibilitan la comunicación en la medida en que: 1) crea valores para mantener al sistema: trazado de fronteras; 2) genera límites de sentido: tematiza la sociedad; y 3) funge como esquema de comparación: correcto/incorrecto.

NRM, por tanto, logra emerger y permanecer debido a que sus principales temas se acoplan correctamente con las demandas (D1 y D2). Cabe señalar que la demanda en materia de seguridad (D1), conglomera la mayor parte de temas que emergen desde el colectivo, esto porque, aunque NRM inició como una forma de visibilizar la relación desigual entre empresas y trabajadores, el tema de seguridad ha cobrado mayor resonancia, ya que, a diferencia de D2, D1 genera menos dudas por parte de los repartidores que sí estarían conformes con su actual estatus de “autónomos”. En consecuencia, D1 engloba una preocupación más generalizada y menos controvertida, ya que los peligros viales son una necesidad más alarmante que las condiciones laborales, y aunque para muchos son dos problemas que están interconectados, en términos generales, las protestas se han focalizado en el tema de seguridad; centralizando reclamos hacia las instancias gubernamentales. 

Esto último se debe a que, aunque estas no han logrado dar solución efectiva a los problemas de los repartidores, terminan por dar una respuesta con la que es más probable la colaboración entre manifestantes y autoridades. En semántica sistémica, podemos decir que la política se permite “irritar” por las movilizaciones sociales encarnadas por el colectivo. Esto implica una posibilidad de injerencia en la semántica de la política por medio de un “atajo”, lo que se entiende mejor si recurrimos a la distinción: la política/lo político, en donde del lado izquierdo de la forma se ubican el conjunto de comunicaciones producidas de acuerdo con la lógica operativa del sistema político, es decir, bajo sus programas y códigos; mientras que, en el lado derecho, se encuentran las comunicaciones que, si bien buscan influir en la toma de decisiones políticas, no lo hacen bajo la lógica sistémica funcional de la política (Estrada 2020). Empero, esto no significa que las decisiones que derivan de lo política sean “menos políticas”, ya que  “no hay por qué dar prioridad al centro político sobre la periferia política en la hétero-descripción científica del sistema político” (Hellmann en Estrada 2020, p. 108). De este modo, se puede considerar que la protesta social puede ser vista como una forma comunicativa que aumenta las posibilidades de resonancia de las comunicaciones de los “actores” políticos, esto, al acoplar sistemas psíquicos (conciencias) con la protesta social (comunicación orientada al conflicto) y al hacerlo, emerge un sistema de protesta (NRM) como nueva totalidad.

Podemos concluir así que, el tema de seguridad vial tiene un interés político, pero, sobre todo, un peso emocional, pues el fallecimiento de repartidores es algo que vincula fuertemente a los miembros del colectivo, y son estas razones político-emocionales las que refuerzan los lazos en el colectivo, el tema tiene resonancia no solo porque hay detrás un interés político por incidir en mejores normas viales, algo que el colectivo ha logrado al tener mesas de trabajo con personal de la SEMOVI, esto, por la presión social que ejercen desde las movilizaciones contenciosas que han impulsado (imagen 1); sino porque prácticas ritualizadas como el colgado de bicicletas blancas (imagen 2), forjan símbolos de pertenencia, esto, al representar el lugar en donde perdió la vida un repartidor, reforzando los vínculos emocionales entre los miembros del colectivo: “gracias a todos los compañeros que estuvieron el día de ayer para colgar la bici blanca. Fue un momento muy doloroso. Pero ahí nos dimos cuenta que somos una gran familia” (Registro de prácticas digitales, 9/NOV/20: trabajo de campo).

Imagen 1. “en tu pedido va mi vida”. Fuente: cuenta de Twitter de NRM.

Imagen 2. “ni una bici blanca más”. Fuente: página de Facebook de NRM.

Así, para nuestro caso de estudio, sus demandas y temas están relacionados con el grado de adición al colectivo. En este sentido, consideramos que la frontera que delimita al sistema de protesta frente a otros sistemas como las organizaciones o las interacciones, es la codificación de la comunicación en la dimensión “social” a partir de la dualidad “pertenencia/no pertenencia” (Cadenas, 2014). Tal dualidad, sería una forma del metacódigo inclusión/exclusión que Luhmann identifica en todo sistema social, ya que estos tienden a incluir a partir de la exclusión. Tenemos así que, miembros que podemos clasificar como militantes y simpatizantes tendrían un mayor compromiso con NRM y, por ello, mayor inversión emocional. Esto implica que controversias que podrían dificultar la estructuración de demandas se anulan, pues se sabe lo que “está en juego”, se sabe que se lucha no solo por mejorar sus condiciones, sino por los colegas fallecidos o lesionados. Mientras que los seguidores y entusiastas, al no participar de manera directa en eventos como el colgado de bicicletas, pueden introducir cuestionamientos más recurrentemente, pero estos tienen, debido justamente a la cultura en cuanto a su forma de temas y pertenencia, más posibilidades de consenso que los no pertenecientes al colectivo, para quienes las demandas de NRM pueden pasar por absurdas, innecesarias o injustificadas. De manera gráfica esto se presenta a continuación:

Esquema 5. Centro-periferia (NRM). Fuente: elaboración propia

La cultura, por tanto, mantiene la latencia comunicativa haciendo iterable la comunicación y al mismo tiempo reduce las posibilidades comunicativas. Para el caso de los sistemas de protesta, estos “tienen mayores oportunidades de mantenerse en el tiempo si acoplan exitosamente protesta y tema. Es así que ciertos temas pueden generar mejores oportunidades de reclutamiento de nuevos ‘seguidores’ y ‘simpatizantes’ que otros” (Estrada, 2015, p. 210). Así, en la medida en que haya un mayor grado de pertenencia al colectivo, las marchas, rodadas y performance que se realizan, tendrán un alto grado de legitimación dado que estas, además de comunicar desigualdades, crean un compañerismo cuando se reúnen, conviven y pasan de interactuar en redes virtuales a los eventos in situ. Ello afianza el compromiso con tales demandas, crea lazos de apoyo y amistad y permite crear alianzas con otros colectivos. La consecuencia de esto es ver demandas y movilizaciones continuas, es decir: continuidad autopoiética.  Esto puede entenderse mejor, si consideramos que “la contribución de alguien al bienestar de otros depende de variables tales como su sensibilidad social, su relación social con el receptor y su percepción de las necesidades y la valía de este” (Bunge, 2009, p. 93). Lo cual queda explícito en las razones políticas-emocionales que subyacen a las comunicaciones de protesta. Estas razones, que podríamos considerar como parte de un parámetro de equidad (o sensibilidad social) miden la intensidad de la actitud prosocial (o buena voluntad) de una persona hacia otra, de tal forma que, en la medida en que se pasa más tiempo con los miembros del colectivo, se puede considerar que hay más sensibilidad social hacia las prácticas que realizan, a diferencia de quien no lo hace (Bunge, 2009). De ahí que, a mayor convivencia en el colectivo, mayor será el parámetro de equidad y, por ende, mayor altruismo y reciprocidad entre estos. A continuación, presentamos un fragmento que sintetiza las motivaciones político-emocionales detrás de las movilizaciones contenciosas de NRM:

¡Ni una más, ni una más, ni una bici blanca más!

Vamos a brindarle a Ricardo, hasta donde quiera que esté, y que nos escuchen en Chiapas, porque su mamá verdaderamente está destrozada, un aplauso por favor.

Y con nuestra consigna siempre, a la que se van a unir sus amigos porque sabemos que esta experiencia los va a dejar marcados toda su vida, y que cuando escuchen esa consigna recuerden que no son sueños coartados, ellos tienen la responsabilidad de desarrollar esa pequeña historia que Ricardo dejó. Y reitero, todos los que traemos un nombre en nuestra espalda o en nuestro pecho, tenemos la responsabilidad de hacer valer esas vidas que hoy ya no tienen voz. Tú eres Ximena, tú eres Carolina, tú eres Ramón, tú eres Roberto, tú eres Karina, tú eres Martín, tú eres Ricardo… no dejemos morir esas historias en cifras, no queremos morir siendo números, somos personas, todas las vidas valen. Recuerden siempre, y con mucha fuerza y con todo su corazón, porque algún día podemos ser nosotros. (Registro de protesta no. 3; 19/FEB/21: CDMX)

5. Conclusiones

En resumen, que los temas se acoplen con las propias intenciones personales de los participantes, y de su apertura a empatizar con ciertas demandas; en la medida en que cierto tema genere sentido y pueda ser apropiado por los participantes, el tema será mucho más repetitivo (iterabilidad) y requerirá de menos esfuerzo para convencer a los participantes de salir a manifestarse por un tema en concreto (frugalidad). Esto significa que a mayor tematización convocante y mayor grado de pertenencia al grupo, más probabilidades de que las comunicaciones logren emerger cuando se elimina la contingencia de lo social, dando como resultado una continuidad autopoiética que evita la extinción definitiva del sistema de protesta. Es así que se puede considerar a la cultura, como un medio eficiente para generalizar el sentido de los interactuantes del sistema, y así reducir las posibilidades de comunicación, logrando una emergencia que reduce complejidad (temas) y contingencia (pertenencia), lo que hace frente de manera efectiva a las condiciones postindustriales que devienen de los programas posfordistas del sistema económico y a los programas de corte liberal del sistema político, los cuales buscan reducir su complejidad a partir de descartar temas que le resultan de difícil tratamiento en un contexto en donde sus acoplamientos con la economía son cada vez menos eficientes. Así, podemos entender a la cultura, para nuestro caso estudiado, como mecanismo de reducción de contingencia de la siguiente manera:

Esquema 6. Cultura (medio-forma). Fuente: elaboración propia.

Esta forma de comprender a la cultura, y su rol en sistemas como los de protesta, apertura horizontes de posibilidad para futuros análisis antropológicos desde una perspectiva cibernética de segundo orden, ello, para comprender los actuales movimientos sociales bajo una renovación teórica que puede brindar la TGSS. Una antropología de segundo orden propone así, alejarse de una tradición dialéctica (conflicto), para abordar el problema bajo un principio hologramático o sistemista, para así enfocarse en lo que compone al sistema (sus partes) y entender el todo, el sistema mismo (sin descuidar sus partes). Con ello se trascienden los dos reduccionismos de los estudios clásicos de la antropología en materia de protesta social, en primera el del individualismo que se centra en las expectativas personales de los miembros de un movimiento social; y en segunda, el holismo, que al ver todo en términos y valores colectivos, centrándose solo en las causas estructurales, se pierde atención a las propias intenciones contenidas en las partes. 

Es importante señalar que se requiere seguir aplicando el modelo aquí presentado para poder comparar y observar si la cultura cumple este rol en otros sistemas de protesta, generando de esta forma explicaciones más generales, una necesidad latente en el campo de las ciencias sociales.

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Trabajo de campo

Registro de prácticas digitales, Facebook, 18 de junio de 2019

Registro de prácticas digitales, Facebook, 08 de marzo de 2020, transcripción de Punto Cero 52MX 2019.

Entrevista con Bernardo, entusiasta, 22 de septiembre de 2020

Registro de prácticas digitales, 09 de noviembre de 2020

Registro de protesta, 9 de febrero de 2021

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